09 julio, 2008

Palacio Nacional de la Cultura

En una rápida visita al Centro histórico, y luego de una breve distracción en la plaza de la constitución que me lleva a escuchar un mini concierto del “chino rockola” (más 25 años después de haberlo escuchado por primera vez), me dirijo hacia el Palacio Nacional de la Cultura con el objeto de visitar su interior lleno de historia.
Lo primero que hago al postrarme frente a la puerta de acceso al mismo, es indignarme por el daño ocasionado al piso, producido por “estudiantes” universitarios en desacuerdo con el gobierno.
Después de unos minutos de reflexión sobre el hecho y preguntarme:
¿Qué culpa tiene nuestro patrimonio?, traspaso las puertas de hierro forjado. Apenas unos segundos llevo subiendo por las amplias gradas de acceso hacia el segundo nivel, y hago la primera parada para observar una completa reseña de la historia de la Guatemala desde la época de la colonia, hasta la independencia, a través de los murales de Alfredo Gálvez Suárez.
Continúo Caminando hacia la parte este del recinto, con la mirada fija hacia la puerta que otrora albergó la oficina del Presidente, para luego dirigir mi atención en las columnas del corredor, que hacen referencia a fechas importantes de la historia nacional.
Me detengo nuevamente por un momento. Esta vez, para contemplar uno de los dos patios principales y simétricos, que alberga esta excelsa construcción de 127 metros de largo, 70
de ancho, 30 de alto y cinco niveles (contando desde el sótano que comunica con la casa presidencial).
Es el “patio de la paz”, denominado así, porque en el mismo se firmó la paz entre la guerrilla y el ejército, dando fin a 36 años de conflicto armado interno en Guatemala.
A todo eso, ya es medio día, y mientras observo las jardineras estilo árabe que adornan el patio, la luz natural hace más pronunciado el verde de las paredes, cuyo color domina los 8,890 metros cuadrados de construcción por dentro y por fuera, aspecto que le ha valido al palacio, para que se le conozca como el “guacamolón”, en alusión a un platillo que se realiza con aguacate.
A diferencia de lo que muchos creen, no es pintura, es concreto y ladrillo, revestido de piedra artificial color verde (cemento mezclado con sulfato de cobre), el color favorito de la esposa del ex presidente Jorge Ubico, impulsor de tan magnifico legado arquitectónico, en el que se invirtieron 4 años para materializarlo (1939-1943) y alrededor de Q 1 millón 800 mil quetzales.
Continuando el recorrido, me dirijo hacia las dos salas más simbólicas del Palacio (ambas ubicadas en el segundo nivel y una frente a la otra).

En el salón de recepciones
Primero visito el “salón de recepciones”. Desde la puerta, observo al fondo el hermoso pabellón de nuestro país, al que años atrás, acompañaban las banderas de todos los países
con los que Guatemala tiene relaciones diplomáticas.
Es un ambiente forrado en maderas peteneras, en el que deslumbra el brillo del piso de Guayacán y Guapinol, gracias al alumbrado eléctrico interior, y a la tenue luz natural que atraviesa los vitrales de Julio Urruela.
Camino hacia el centro de la sala y me ubico sobre el “punto cero”. Así se le conoce al dibujo de una estrella que marca el kilómetro cero de la República de Guatemala. Sobre la misma, cuelga uno de los tesoros más emblemáticos del Palacio. Se trata de la imponente lámpara de cristal de dos toneladas y media, traída de Nueva York, sobre la cual cuelgan cuatro quetzales bañados en oro, que
representan los cuatro puntos cardinales.
Dos palcos, uno al norte para una orquesta y otro al sur, para
que suene la marimba, terminan de darle el toque de elegancia al recinto.

En el salón de banquetes
Aunque hoy día es una sala vacía, destinada ocasionalmente para la celebración de conferencias de prensa, este salón (si bien recuerdo) tenía tres gigantescas mesas que daban cabida a los comensales que acudían a los banquetes oficiales.
Se destaca el trabajado con taracea de caoba y oro en el techo del mismo. Igualmente, sobresalen, aunque de menor tamaño, tres majestuosas lámparas con un diseño similar a la que se encuentra en el salón de recepciones.
Nuevamente los vitrales de julio urruela, son los que se encargan de darle color a las paredes y llevar la luz natural al interior.
Su relevancia, se hace evidente por ser la única sala que comunica con el balcón presidencial, desde el cual se observa la plaza de la constitución y desde donde el presidente u otros funcionarios de gobierno, se mostraban ante el público.

De centro de poder político a museo
El Palacio Nacional de la Cultura se llamó originalmente "Palacio Nacional de Guatemala", por lo que previo a ser rebautizado y adquirir su calidad de museo, albergó en las 350 salas que lo conforman, las oficinas de la presidencia y los ministerios.
Hoy día, el Palacio es un museo plagado de obras de arte de los mejores artistas nacionales de la época del 40, pero sobre todo, un testigo mudo que como celoso guardián, conserva numerosas decisiones de los gobiernos que lo ocuparon, y que afectaron la vida económica, política y civil de los guatemaltecos.
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Fotografías (de arriba hacia abajo): 1. Exterior Palacio Nacional, 2. Patio de la paz, 3. Vista parcial salón de recepciones, 4. Lámpara en el salón de recepciones, 5. Vitrales de Julio Urruela, 6. Vista parcial sala de banquetes, 7. Vista de una pieza del techo con taracea de caoba y oro.

5 comentarios:

Mari dijo...

Es hermoso el Palacio Nacional están buenísimas las fotos hasta me transporte al pasado y me imaginé como serían las reuniones en en aquellos tiempos cuando utilizaban los salones... te cuento yo no pude ingresar un sábado que pase por allí ya había entrado el grupo de visitantes y nos dijeron que teníamos que esperar pero como estaba acompañada por mi sobrinito no era muy buena idea esperar así es que me retire, pero tengo pendiente la visita y depués de leer tus comentarios se me hará más gratificante hacerla. Gracias por mostrarnos y recordarnos las cosas tan hermosas que tenemos en nuestrá patria, ojalá existieran más personas como tú que valoran, aprecian y respetan lo nuestro.
Saludos Claudia

Mª Ángeles Díaz dijo...

Felicitaciones amigo Oscar por tu nuevo post.
Ya veo que el reconocimiento a la preciosa labor que estás haciendo ya está siendo reconocida. Lo que dice Claudia es muy lindo y concordante con el tema que tengo ahorita entre manos, el de la memoria.
Me anoto ese lugar para visitarlo y por supuesto llevaré impreso tu post.
Muchas gracias.
Hasta siempre
Núria

Eduardo dijo...

Claudia, muchas gracias por tu comentario sobre mi trabajo en este sitio.
Te cuento que tuve la suerte de conocer el Palacio, justamente en esos tiempos del pasado que tú rememoras y en los que las instalaciones, eran ocupadas plenamente por el Gobierno.
Curiosamente, en ese tiempo, pese a que no era un museo, entré de visita con mis padres en horas del día, y tuve la suerte de gozar de toda la amabilidad de un trabajador de esa época, que cuando nos vio, ofreció mostrarnos buena parte de las instalaciones. Pese a mi edad, me di gusto caminando por los salones, y me tomé todo el tiempo posible para observar cada detalle. ¿quién iba a imaginar que años después me serviría para escribir al respecto?... Lástima que no tenía mi cámara fotográfica en ese entonces.
Hago este comentario, porque acá viene una parte que habría querido omitir, pero creo que debo hacerla saber sanamente (ES UNA CRITICA CONSTRUCTIVA).
Considero que la visita guiada que se hace hoy día al palacio, es buena, pero podría ser mejor. Por lo menos cuando yo fui, los guías omitieron muchos detalles que considero oportunos hacerlos saber al visitante. Por ejemplo, cuántos presidentes pasaron por allí, que más de alguno fue asesinado, que espantan, etc. Aunado a eso, se debería de permitirse mejor acceso a las instalaciones, pues todo se puede ver "de lejitos". Algunos detalles de los que doy cuenta en mi artículo, es precisamente porque, como lo decía, tuve la oportunidad de recorrer el interior de los salones. Hoy día, apenas permiten observar desde la puerta y allí ofrece su charla el guía.
Lo anterior, genera dos inconvenientes: 1. Algunas cosas quedan a la imaginación de la gente. 2. No todos pueden ver al mismo tiempo, incluso, se pierde un poco la explicación del guía.
Pero bueno, supongo que poco a poco, se irán mejorando esos detalles. Ojalá sea así.

Nuevamente gracias por la visita..

Eduardo dijo...

Nuria, como siempre, feliz de verte por acá. Y tienes razón, no hay mejor reconocimiento para mi, que la visita y sobre todo, el comentario de mis lectores...
Con respecto de hacer una visita al Palacio de tu parte, si tu quieres y el tiempo me lo permite, no hay necesidad de que recortes el post, será un placer acompañarte y mostrártelo...

Saludos,

Oscar

Mª Ángeles Díaz dijo...

Muchas gracias, Oscar.
Te agradezco enormemente el ofrecimiento.
Saludos y nos seguimos encontrando