Dos Nazarenos en procesión

Nuevamente, la Semana Santa fue un periodo de intensa actividad para los devotos cucuruchos, que salieron a cargar solemnemente, majestuosas andas con las imágenes de Jesucristo y la Virgen María.
Fueron días durante los cuales, las calles de la ciudad capital y de la Antigua Guatemala, se vieron abarrotadas por miles de fieles católicos que, como cucuruchos o espectadores, acompañaron entre otros, el recorrido de dos Nazarenos en procesión.

Procesión de Jesús Nazareno de Candelaria
El Jueves Santo salió en procesión la imagen de Jesús Nazareno de Candelaria, en una peregrinación que lo llevó durante 18 horas por distintas partes de las zonas 1, 2 y 6 de la ciudad capital. Tiempo que fue aprovechado por los devotos, para recibir sus santas bendiciones.
Hablar de Jesús de candelaria es hilvanar historia y leyenda, es referirse a una tradición de fe que se vive en este país de la eterna primavera, desde hace más de 400 años.
El Nazareno de Candelaria fue una de las primeras imágenes religiosas esculpidas en Guatemala. Su tez morena, sus labios a perpetuidad entreabiertos, sus ojos verdes, su mirada hacia el frente y su abnegación abrazando el pesado madero, describen al Nazareno de la Serena Mirada, que ha sido inspiración de artistas, músicos, pintores, artesanos y del pueblo guatemalteco.
El recorrido inició en los alrededores del Cerrito del Carmen, para luego enfilar hacia la primera avenida de la zona uno, punto que marcó el retorno de un cortejo que atravesó el Centro Histórico y finalizó al filo de la media noche.
Aunque no hay consenso sobre el autor de la escultura, la mayoría de los historiadores afirman que existen elementos suficientes para considerar que dicha imagen, es la obra maestra del fraile franciscano español Juan de Aguirre, quien la elaboró en el siglo XVI.
La imagen fue trasladada en 1784 de Antigua Guatemala a la Nueva Guatemala de la Asunción, por lo que este año el templo de Nuestra Señora de la Candelaria conmemora el 225 aniversario del arribo a su actual hogar.

Procesión de Jesús Nazareno de la Merced
El reloj marcaba las cuatro en punto de la mañana del Viernes Santo, cuando se levantó el anda que llevaría en procesión por las calles de Antigua, la imagen de Jesús Nazareno de la Merced y su Santísima Madre.
A esas horas, las calles ya habían sido tomadas por largas filas de cucuruchos que antecedían el paso del cortejo, encabezado por personajes representando romanos.
La salida del Nazareno, era esperada por miles de devotos aglomerados en el atrio del santuario. Nadie quería perder detalle del momento en que, luciendo una túnica roja y cargando una rústica cruz de madera, el Nazareno atravesara las puertas de la colorida iglesia.
En las afueras del templo, el aroma del incienso poco a poco se iba mezclando con el olor del corozo y el aserrín que se desprendía de majestuosas alfombras, que con el paso del tiempo, le han dado mayor esplendor a la procesión y a la figura de una imagen alrededor de la cual se han originado anécdotas y leyendas.
Dentro de estas leyendas, recuerdo haber leído una que narra la historia de una monja capuchina que tenía el deseo de conocer al Señor, tal como él había sido en su tránsito por la tierra.
Para cumplir con su objetivo, la religiosa se entregó a la oración, al ayuno y a la penitencia. En medio de dicho sacrificio, Jesucristo se le apareció en sus sueños y le dijo “que si deseaba conocerlo tal como él fue, no tenía más que ir al templo de la Virgen de la Merced y ver al Nazareno, ya que éste era su auténtico retrato.”
El cortejo regresa al santuario antes de las tres de la tarde, hora en la que se conmemora la crucifixión y muerte de Jesucristo, para dar lugar a las procesiones de los Cristos Sepultados y Yacentes.