06 agosto, 2008

Entre los aires, las aguas y las calles de Amatitlán

Después de aproximadamente 30 minutos de viaje desde la ciudad capital, la llegada al municipio de Amatitlán se produce bajo la amenaza de una fuerte lluvia. Pero no importa, no es suficiente motivo para truncar el deseo de rememorar tiempos de infancia mediante un ameno paseo en el renovado teleférico, remar entre las aguas del lago, y perderse entre la venta de dulces típicos en las calles.
El teleférico: Reinaugurado en el año 2006 y único en su género a nivel centroamericano, el teleférico de Amatitlán posee 27 cabinas que vienen y van, de las cuales, 22 llevan el nombre de los departamentos de Guatemala. Todas parten desde la estación central conocida como “Las Ninfas”en las orillas del lago, hasta la contraestación (Naciones Unidas) en la parte alta de una montaña, que según me indican, tiene 350 metros de altura.
Luego de cancelar la tarifa de Q 15.00, llega el turno de abordar mi medio de transporte que luce el nombre del departamento de Izabal.
Atrás va quedando la estación central y por varios minutos, la góndola circula sobre tierra a unos 25 metros de altura, para luego elevarse un poco más sobre el agua
, hasta que, la presencia de una montaña, obliga a realizar un súbito ascenso para sortearla.
La parte media del trayecto, se conviete en el mejor punto para observar una gran proporción del lago que se muestra como el atractivo principal de todo el paisaje. Un paisaje que desde el mirador ubicado en la contraestación, suma una espectacular vista del municipio completo y la imponente belleza de los volcanes de agua y pacaya.
Tras casi dos horas de permanecer arriba, obligado por la lluvia principalmente, el clima se torna amable y propicio para emprender el retorno.
Desde las alturas, la quietud en las aguas del lago es notable. El paso de la lluvia, las ha dejado sin la presencia de lanchas que se han ido a refugiar a las orillas.
En las aguas del lago: De regreso al punto de partida, un tímido sol al final de la tarde, invita a explorar la parte pública del lago que se esconde tras las diversas ventas de comida, que ofrecen como platillo principal, las famosas “Mojarras”.
No está de más explicar que, con el objeto de conservar normas de higiene y salud, no son peces extraídos del lago, sino producto de cultivos cercanos.
Desde la orilla, el lago se visualiza como un imenso espejo en el que se refleja el cielo y la silueta verde de las montañas que lo resguardan. Es una invitación para caminar hasta la orilla del muelle que termina siendo corto ante el deseo de ver más. Esta limitante, abre la oportunidad de negocio para las personas que ofrecen el servicio de paseo en lancha alrededor del mismo. Igualmente, existe la opción de rentar un bote con capacidad para tres personas.
Esto último resulta muy atractivo, ya que por una tarifa de Q 25.00 la hora aproximadamente, se tiene la libertad de remar lago adentro para tomar el rumbo que mejor plazca, o incluso, deternerse en cualquier punto, lo cual sucede a menudo para contemplar las hermosas vistas... ¡ah!, y también para hacer conciencia sobre el cuidado que merece este importante recurso natural que provee de recreación y energía eléctrica.
El lago de Amatitlán, tiene 12km de largo y 3 de ancho. Actualmente, su profundidad se calcula en 18 metros promedio, sin embargo, estudios realizados han establecido que, de continuar el deterioro que ha venido sufriendo, dicha profundidad se verá reducida a 7.5 metros en el 2016.
Meditando sobre lo alarmante de dicha situación, van dando las 6pm y desde abajo, se observan las góndolas del teleferico que se pierden entre la espesa neblina, que a su vez, abraza la cima de la montaña donde reposa el mirador. Es hora de regresar a tierra firme, la noche comienza a caer.
Por las calles: De regreso al embarcadero, pese a que va anocheciendo, todavía hay tiempo para caminar por la calle pirncipal que bordea al lago. La misma, se encuentra tapizada a ambos lados, por las ventas de dulces típicos, que bajo las bombillas que les proveen de luz, se muestran como coloridos escaparates.
Adornan la venta, los cajetes de pino. Hay de todos tamaños y colores. Los mismos, son utilizados para depositar en su interior, variedades de dulces típicos.
Por cierto, además del lago y el teleférico, esta es una actividad por la que siempre ha sido conocido el municipio de Amatitlán.
Canillitas de leche, bolas de tamarindo, cocadas, dulce de coco, y cajitas de mazapán forman parte de la oferta que sin duda será para llevar a casa. Inevitablemente, los higos en miel, el camote y el ayote, han despertado el antojo allí mismo. El sabor sigue siendo el mismo de antaño, dando fe de que las tradiciones siguen intactas, dentro de lo cual, el turismo nacional juega un papel importante.
Después de tan grata experiencia, le hago una invitación para que se “vaya a dar una vuelta” como decimos en buen chapín. No importa hace cuantos años fue la última vez que usted visitó el municipio, le aseguro que, pese al paso de los años, Amatitlán sigue siendo un destino con muchas opciones de recreación familiar durante el fin de semana..... ¡Anímese!. Solo le toma 30 minutos perderse entre los aires, las aguas y las calles de este majestuoso lugar que combina las bondades de la Guatemala natural y cultural.

2 comentarios:

Thani dijo...

Muy buen reportaje sobre este bello sitio, que, pese a la contaminación del agua del lago, sigue teniendo su encanto, para pasar una agradable mañana o tarde.
Hace dos meses, en marzo, durante mi viaje, me dispuse un domingo a pasar la mañana y el mediodía aquí, con mi abuelita. Pero cuál fue mi sorpresa cuando me encontré con que solo cargaba 40 quetzales, pues me había olvidado el monedero. Así que mi abuelita y yo nos tuvimos que contentar con mirar en los puestos las cajetas de dulces típicos, y tampoco pudimos subir al teleférico.
Pese a ello, la pasamos muy bien, y pudimos degustar un sabroso coco, y el agua de este.
Un saludo,
Thani

Eduardo dijo...

Thani:
Sin proponertelo, del olvido de tu monedero se desprende toda una aventura, y el testimonio de que de uno depende pasarla bien en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia.

Saludos,