25 enero, 2007

Guatemala arqueológica, colonial, cultural y natural

Sin temor a equivocaciones, el mayor potencial aún sin ser explotado en toda su magnitud con el que cuenta la región mesoamericana, es la vasta riqueza cultural, arqueológica y natural a lo largo de su extensión geográfica.
Guatemala particularmente, cuenta con diversos atractivos que principian por legado maya, cuya máxima expresión lo constituye Tikal. La época de la colonia también dejó huella y se inmortalizó a través de la monumental e incomparable Antigua Guatemala. ¿y qué decir de Chichicastenango?..quizá no tan esplendoroso como el bello Tikal, pero eso sí; más expresivo, porque su gente constituye un ejemplo vivo de la ancestral cultura maya.
Ahora bien, hay obras que necesitaron más que de la mano del hombre, de la misma mano divina, para manifestar su belleza y despertar admiración ante los ojos del mundo. Si…así es.. me refiero al lago de Atitlán “el más bello del mundo”.
Afortunadamente, ya he tenido el privilegio de conocer estos cuatro lugares y sobre los mismos, les puedo decir lo siguiente:


Tikal, bastión de la cultura maya

Ubicado a 310 kilómetros al norte de Guatemala, el departamento de Petén da albergue a la ciudad de Tikal, la mayor riqueza arqueológica con que cuenta el país, por ser la ciudad maya más grande que se conoce hasta la fecha.
Estas ruinas están en el centro del Parque Nacional, un área reservada de 576 kilómetros cuadrados. Es una zona de vasta vegetación, o mejor dicho donde abunda la flora y fauna. La bienvenida la da un árbol gigante que invita a tomarse una foto al pie del mismo y el recorrido se hace bajo el constante acecho de los monos aulladores.
El corazón del parque arqueológico, está constituido por lo que se conoce como la plaza mayor, destacándose los templos I y II, la Acrópolis Norte y la Central, así como infinidad de estelas y altares que son un testimonio fidedigno de la historia maya en este complejo arquitectónico y más aún del periodo clásico.
El templo I, mejor conocido como el Gran Jaguar, corresponde aproximadamente al año 700 D.C y se eleva aproximadamente 45 metros sobre la plaza mayor. Frente a este se encuentra el templo II, conocido también como el de las Máscaras.
La Acrópolis Norte es un área de carácter religioso y de las construcciones individuales que se han excavado hasta la fecha es una de las más completas.
La Acrópolis Central, está integrada por pequeños patios en distintos niveles y edificios largos y bajos llamados palacios. Las estructuras que son visibles, corresponden en su mayoría al período Clásico Tardío.
Al sur de esta Acrópolis, se encuentra el templo V, con una altura de 57 metros y es capaz de ofrecer desde su cúspide, una vista panorámica espectacular de todo el complejo Tikal, claro, no tan espectacular como la que ofrece el templo IV, mejor conocido como el templo de la Serpiente Bicéfala, con una altura de 70 metros.
Vale decir que todas las construcciones observan una forma piramidal y que el acceso a las mismas se logra por medio de escaleras alternas, dado el deterioro de las originales.
Es tanta la mística y admiración que despierta la ciudad de Tikal en el mundo, que en 1979, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO, la declaró patrimonio de la humanidad.
Hoy día, de todo el esplendor de la cultura maya, no quedan más que ruinas que diseminadas por toda la República, conservan una gran riqueza de secretos, en espera de ser descubiertos para seguir armando el rompecabezas sobre la Guatemala arqueológica que despierta la fascinación de propios y extraños; al respecto, vale decir que escasos años atrás, nuevas piezas de ese rompecabezas, dieron cuenta que debajo de las pirámides de Tikal, , se encuentran ocultas bajo toneladas de tierra y piedra, otras ciudades.

Lago de Atitlán, espejo celestial
Al hablar de las bellezas naturales con que cuenta Guatemala y en especial en lo que se refiere a aquellos con manifestaciones acuíferas, obligadamente se tiene que empezar por el lago de Atitlán.
El lago posee una superficie de 125 kilómetros cuadrados y está situado a 1,560 metros sobre el nivel del mar. Su belleza es complementada por los volcanes San Pedro, Tolimán y Atitlán, así como pintorescos poblados ribereños cuyos nombres se inspiran en los doce apóstoles.
De todos estos poblados Panajachel, San Pedro la Laguna, San Lucas Tolimán y Santiago Atitlán, son los más representativos, no obstante, una de las formas más tradicionales para acceder al lago, es a través del municipio de Panajachel, mejor conocido por muchos simplemente como
“pana”. La calle “Santander”, que atraviesa de principio a fin el municipio, ofrece al turismo un variado menú de bares, restaurantes, hoteles, discotecas y ventas de artesanías.
El primer contacto con el lago tiene lugar cuando se descienda hacia Pana o cualquiera de los poblados circunvecinos a través de los múltiples miradores que obligan a hacer una pausa en el camino.
A decir de muchos, ver el lago por si mismo, representa una sensación difícil de describir, tanto así que para algunos representa el contacto más cercano entre el hombre y la naturaleza. El atractivo visual y el ruido que emana de sus pequeñas olas, constituye una fuente de energía espiritual.
A
l igual que “La Antigua”, los alrededores de Atitlán han sido cuna y fuente de inspiración de artistas guatemaltecos y extranjeros, que han plasmado su belleza en pinturas al óleo, tejidos y tallados en madera.
San Pedro constituye el punto de partida para hacer el ascenso al volcán San Pedro por lo que goza de la visita frecuente de los amantes del andinismo. Lo mismo sucede con San Lucas Tolimán, región desde donde se puede partir para escalar el volcán San Lucas, el Atitlán y el cerro de oro.
Santiago Atitlán destaca por ser el centro religioso más importante para rendir culto a Maximón. Esta es la figura más enigmática y representativa del lugar y de la cultura maya, quien recibe al visitante con licor y tabaco en mano.
La iglesia del lugar es una maravilla como manifestación religiosa de la idiosincrasia de sus pobladores. Buena parte de los santos están montados sobre caballo y vestidos con traje indígena.
Conocer cada uno de los poblados y ver de cerca los volcanes no cuesta mucho, solo debe disponer de medio día y pagar Q 40.00 para que uno de los lancheros lo lleve lago adentro. Eso sí, debe ser por la mañana, pues por las tardes, el efecto Xocomil dificulta la navegación.

La Antigua Guatemala, esplendor colonial
La ciudad de Antigua Guatemala, se encuentra ubicada en el departamento de Sacatepequez, a una distancia aproximada de 50 kilómetros de la ciudad capital, lo cual toma aproximadamente 40 minutos de viaje.
Haciendo un poco de historia, vale decir que si bien es cierto, Sacatepequez y Antigua Guatemala eran dos municipios pertenecientes al departamento de Chimaltenango, el 12 de septiembre de 1839, la Asamblea Nacional Constituyente declaró a Sacatepequez como departamento independiente y designó a Antigua Guatemala como su cabecera.
El valle está rodeado por los volcanes de Agua, Fuego y Acatenango, que constituyen el deleite de todos aquellos amantes de lo natural y del andinismo. El primero de estos colosos, es por naturaleza el marco ideal para tomar una fotografía.
La Antigua, como se le denomina comúnmente, constituye el principal sitio de visita por parte del turismo nacional y extranjero, además de lo accesible, por lo completo de sus servicios y lo bien conservado del lugar.
Como dato curioso, el 25 de septiembre de 1958 fue Capital de la República de Guatemala por 24 horas. Asimismo, en 1965, la VIII Asamblea General del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, declaró a La Antigua como Ciudad Monumento de las Américas.
La Antigua también es conocida por la calidad de su café. Sobre sus suelos emergen plantaciones de este aromático que ha constituido uno de los principales productos de exportación tradicional de Guatemala y el cual es un placer degustarlo en cualquiera de sus restaurantes, o en una de las bancas del parque contiguas a la fuente de las sirenas.
Pero al escribir sobre sus atractivos, más allá de lo que es propiamente la arquitectura de este majestuoso lugar; la cuaresma y Semana Santa, son sin lugar a dudas la época en la que la ciudad expresa al máximo su folclor, a través de las mundialmente conocidas alfombras de aserrín que llenan de creatividad y color las calles.
La antigua también se caracteriza por ser cuna del arte y la cultura pasada y presente. En ese contexto, ha sido fuente de inspiración para la elaboración de múltiples crónicas y relatos, tales como aquella historia de amor sobre la hija del adelantado, escrita por el célebre José Milla. En la calle que alberga el arco de Santa Catalina (quizá la parte más emblemática del lugar), es muy frecuente encontrar a lo extenso de la misma, diferentes pintores que a través del óleo, la acuarela o el cincel, buscan dejar inmortalizado sobre un papel, un lienzo o un trozo de madera, un pedazo de la magnificencia de la ciudad colonial.

Chichicastenango, herencia ancestral
Dentro de lo poco que conozco aún de mi país, se decir que ningún otro departamento a lo largo y ancho del territorio guatemalteco ofrece tanta evidencia de la cultura maya en las costumbres de sus habitantes, como lo hace el departamento de Quiché.
Dentro de este departamento, se encuentra ubicado el municipio de Chichicastenango, también conocido como “Siguán Tinamit” que significa pueblo de barrancos, por estar rodeado de ellos.
Su historia se remonta al año 1524, cuando las tropas españolas al mando de Pedro de Alvarado invadieron el territorio guatemalteco para conquistarlo. En ese momento, los quichés prepararon la defensa y enviaron un numeroso ejército comandado por Tecún Uman, que posteriormente moriría en los llanos del Pinal, en Quetzaltenango y sería declarado héroe nacional.Los invasores se acercaron a K’umarcaaj para exigir el sometimiento de los quichés, pero Pedro de Alvarado, ante la resistencia, mandó quemar la ciudad.
Después de que los conquistadores quemaron Gumarcaaj, los caciques se refugiaron en Chiguilá, poblado al que después se le llamó Chuilá y que actualmente es Chichicastenango.
Dos de los atractivos turísticos de este poblado, son por excelencia su iglesia de corte colonial y los días de mercado (jueves y domingo).
La iglesia fue construía en el año de 1540, tras sufrir los embates de un terremoto que partió una de las paredes en dos, fue encontrado el Popol Vuh “Libro sagrado de los quichés”, escrito después de la conquista y que significa una viva expresión en su concepción del mundo, formas de vida, artes y valores. En el interior de la misma, sobresale el retablo de oro puro, que si mal no recuerdo la explicación del guía, fue de los pocos valores que los españoles no consiguieron tomar consigo. El camino hacia el mismo por el corredor central tiene una serie de altares en los que pobladores depositan frutas y verduras en calidad de ofrenda y elevan sus oraciones, para implorar por una buena cosecha. No es permitido tomar fotos dentro de la iglesia, pues según la creencia, en una fotografía se toma el alma de las personas y créame que se debe cumplir con dicha regla al pie de la letra, pues de lo contrario se corre riesgo de que le quiebren al cámara.
El mejor momento para la visita, son los jueves y domingos, pues son los días en los que el enorme mercado se ve atiborrado por los comerciantes que ofrecen toda clase de productos a los lugareños y visitantes. Eso si que es un verdadero derroche de folclore.En cada uno de los puestos, sobresalen huipiles bordados a mano, que en conjunto con los artículos de cerámica, muebles en madera, máscaras y sombreros, le ponen color al mercado.