23 enero, 2008

Semuc Champey (Parte II)

Experiencia de viaje
Considerando todo el abanico de destinos turísticos de este bien llamado país de la eterna primavera, dentro de lo poco que he conocido, no me cabe duda que uno de los viajes que más he disfrutado es hacia Semuc Champey.
Ya en una oportunidad, el destino me había negado el privilegio de poner los pies sobre este espacio en el que la naturaleza se muestra sutil y colorida, cual rostro de mujer con su mejor maquillaje.
Todavía recuerdo la frustración de aquel momento en que repentinamente se acabó la carretera y me vi obligado a girar el timón del carro 180 grados, regresando a la capital con la cámara vacía y sin otra imagen más, que una fotografía mental de aquel instante.
Paradójicamente, aquella experiencia lejos de hacerme desistir en mis deseos, más bien fue un aliciente para conservar durante los siguientes años el interés por regresar y llegar más allá de donde me quedé varado ese día.
A Dios gracias, no muchos años tuvieron que pasar para que igualmente el destino, me llevara a congeniar nuevamente en mis aspiraciones con tres personas, cuya compañía fue la parte más grata del viaje.
Así las cosas, un sábado por la tarde, luego de haber salido de madrugada de la capital pasando por Cobán, luego por San Pedro Carchá y con un recorrido que superaba ya los 220 kilómetros, me vi inmerso en aquellos caminos serpenteantes, llenos de paisajes que me guiaban hacia el municipio de Lankin.
Una parada en el kilómetro 250 para tomar un sándwich y contemplar el paisaje junto a mis amigos desde un mirador natural, tal y como lo había hecho años atrás, era una necesidad que ansiaba.
Haciendo caso omiso del paso de los años en mi persona, el entorno en general, era una imagen congelada en el tiempo. El aire puro, el calor, la vista, aquel árbol, su sombra.....todo, todo se veía y sentía igual. Pero bien, suficiente; ... había que continuar, venía la parte más emocionante. Seguir por el camino que un día me había negado el paso.
¡Acá me quedé!, le dije a quien me acompañaba por primera vez en este viaje, cuando llegamos al lugar conocido como el “pajal”, que poco a poco fue quedando atrás para internarnos entre montañas y caminos de terracería con pendientes pronunciadas y por momentos tan estrechos que me hicieron preguntar reiteradamente ¿y si viene otro carro?. Para nuestra fortuna no hubo necesidad de dar respuesta a tal interrogante.
Avanzábamos en nuestro camino y los rótulos que marcaban la distancia de nuestro destino parecían incongruentes con la realidad. Los kilómetros se hacían de hule; o no sé, quizá es la sensación cuando se visita un lugar la primera vez. En fin, cuando menos lo esperábamos pasamos frente las Grutas de Lankin (destino programado para visitar a nuestro regreso), luego asomó el municipio del mismo nombre, para que 11 kilómetros más adelante, se divisara en una discreta y descolorida manta en la entrada de un hostal, cuatro palabras que nos hicieron el día: Bienvenidos a Semuc Champey. ¡Lo demás es historia!. Si, una historia también plasmada en este blog.

4 comentarios:

Carlos Alberto dijo...

Oscar:

Otra palabra hermosa y nueva para mí: «hostal» Me gusta mucho.

¡Excelente artículo! Da gusto leerlo.

Está parte me gustó especialmente:

(Todavía recuerdo la frustración de aquel momento en que repentinamente se acabó la carretera y me vi obligado a girar el timón del carro 180 grados, regresando a la capital con la cámara vacía y sin otra imagen más, que una fotografía mental de aquel instante.)

Te parecerá raro, pero cuando leí: «Se acabó la carretera...» recordé una serie de televisión que veía cuando era niño: «Los invasores». A David Vincent, el protagonista, se le termina la carretera. Es de noche y está solo en su automóvil. Solo y muy cansado. Antes de dar la vuelta, ve unas luces muy fuertes no muy lejos de él. Una nave espacial extraterrestre está descendiendo frente a sus ojos...

¡Saludos!

Eduardo dijo...

Si Carlos... un hostal es un hospedaje muy sencillo en Guatemala.
En cuanto al final de la carretera, lamentablemente en esa oportunidad no corrì con la suerte de que una nave extraterreste me ayudara a seguir con mi camino, por lo que tuve que irme con mi nave de regreso a casa (jiji)

Unknown dijo...

Hola soy cobanero y al leer tus palabras de tan bonita experiencia me da mucho gusto que gente como vos este muy contento de al fin haber llegado a un paraiso natural... espero que asi como vos, muchas personas logren llegar muy bien a tan bonito lugar... y yo solo con leer esto me voy mañana para alla a pasar un fin de semana placentero.. asi como los muchos que he tenido en este lugar... ciao y saludes a todos...
atte
Axel

Eduardo dijo...

Muchas gracias por la visita y el comentario Axel. Justamente visitando nuestros destinos turísticos, ayudamos a conservarlos y promocionarlos.