Patzún, Chimaltenango

Dicen que a veces se disfrutan mejor las cosas que no se planean y precisamente bajo ese enunciado fue como un día llegué a conocer el municipio de Patzún, Chimaltenango. Por cosas del destino, una mañana en la que el único plan era desayunar fuera de la casa y regresar, me encontré con unos amigos y amigas de universidad que se dirigían hacia un terreno de dicho lugar para celebrar una fogata.

Tomando en cuenta que Patzún no está muy lejos de la capital, no muchos minutos tuvieron que pasar para que me convencieran de que los acompañara.
Como dentro de mis planes no estaba pasar la noche por allá y en alguna medida por ignorancia del clima; me fui simplemente con la ropa que llevaba puesta. ¡mala idea!.
El viaje de ida fue maravilloso. El camino en buen estado y paisajes espectaculares favorecidos por un cielo azul, invitaron a hacer varias paradas.
Ya en Patzún, nos dirigimos directo hacia el terreno (dicho sea de paso, ubicado prácticamente en el centro del pueblo). La tarde la dedicamos a limpiar la cabaña, preparar los alimentos, así como el área de la fogata. Como si nada la noche llegó e independientemente del buen ambiente, el frío que estaba haciendo y el hecho de no haber avisado en la casa (sin señal de teléfono para variar) me hacía considerar la imprudente idea de emprender el viaje de regreso solo y en horas de la noche.
Finalmente pesó más la prudencia y decidí quedarme hasta el otro día, aunque eso representara soportar el terrible frío que solo podía mitigar al lado de la fogata.
Como nada es eterno, en horas de la madrugada la llama se apagó y con ello se acabó mi fuente de calor que volvió hasta el otro día con los primeros rayos del sol. Como no pude dormir, salí de la casa temprano, caminé un par de cuadras y llegué al corazón del pueblo, dominado por la iglesia, la municipalidad y naturalmente por el parque convertido en mercado dominical.
El aroma del café que se escapaba de una olla de barro (café de olla), así como el olor a pan de muerto recién horneado, me llevaron al interior de un modesto local para tomar un desayuno muy guatemalteco y que dista mucho del que tomaba el día anterior en un local de comida rápida cuando encontré a mis amigos.

Frijoles, tortillas, café de olla y pan de muerto. Todos se resume en una frase: “café de Mac, Q 7.50, Mufin de Mac Q 8.50, pie de Mac, Q 7.00...............Frijolitos, tortillas y café de olla con pan de muerto recién horneado a las 6am en el mercado de Patzún, un domingo, sin haberlo planeado, ¡NO TIENE PRECIO!.”