25 enero, 2007

Ascenso al Volcán de Agua

Era un día de esos de diciembre, para ser exactos el 29 y entre amigos de los amigos, poco a poco nos reunimos 14 hombres y dos mujeres en Santa María de Jesús, para dar cumplimiento a un plan trazado dos semanas antes: “el ascenso al volcán Hunapú”, mejor conocido como “Volcán de agua”.
Mientras dejábamos los carros en la escuela de la localidad, algunos tuvimos la oportunidad de conocernos en lo más mínimo, para luego tomar la foto oficial. El reloj marcaba las 3:50pm. y no se me va a olvidar que cuando vi el volcán dije: “No es tan grande” y es que en realidad no parece serlo cuando uno está cerca.
Ya no había marcha atrás. Ya habíamos emprendido el camino, aunque con mal paso, porque de entrada habíamos tomado el equivocado, sin embargo, la energía y entusiasmo del grupo, era tanta que no importaba caminar un poco más, un poco menos.
El ascenso comenzó. El grupo llevaba buen paso
y tras media hora de caminata, todos nos dábamos el lujo de platicar y posar un rato para las fotos, no solo porque había bastante aire, sino porque la luz del día aún lo permitía. Después de una hora, la lejanía del pueblo era un buen indicio del grado de avance que habíamos hecho hasta ese momento.
Comenzaba el cansancioYa habíamos dejado el pueblo atrás y en las fotos comenzaban a faltar algunos del grupo que lo único que deseaban era descansar, mientras tanto, las luces de Villa Nueva, Villa Canales, Amatitlán, La Antigua y la capital se sumaban a las de Santa María de Jesús en el horizonte.
Eran las 7pm y en una mano llevaba el agua y en la otra la linterna, pues la oscuridad y la neblina hacían un grado de visibilidad de no más de dos o tres metros. El paso era lento, porque muchos del grupo ya presentaban marcados síntomas de
cansancio, además, en algunas partes ya nos habían caído fuertes aguaceros y el suelo se había convertido en lodo.
Recuerdo bien que para esa hora (8:30pm), muchos comenzaban a cuestionar a sí mismos la decisión de haber ido al volcán. Yo comenzaba a cuestionar el hecho de que según muchos el volcán se sube en 4 horas. Me sentía con derecho a hacerlo porque mi condición física era excelente y mi estado de ánimo mejor.
A partir de ese instante el grupo se dividió en tres. Yo no estaba dispuesto a estar descansando (salvo que me tocara seguir solo), así que propuse formar una comitiva de avance con los que se sintieran en condiciones de hacerlo y les expliqué que, hacer el paso más lento, solamente nos haría sentir más largo el camino y por lo tanto nos desesperaríamos más rápido.
Después de los contratiempos comenzamos a avanzar y como estrategia decidimos encender
los radios permanentemente y establecer comunicación, mínimo cada media hora entre el grupo de avanzada y los que venían cerrando el camino. Como iban las cosas, quedamos de reunirnos a eso de las 10pm.

Hora de reunirnos
Eran las diez de la noche y cumpliendo con el cronograma, me detuve para esperar al último del grupo, que por cierto, ya le había sacado ventaja de 45 minutos. A todo eso debo decir que contemplando la luna y recostado sobre un árbol, tuve mi mejor encuentro con Dios, al mismo tiempo que me tomé la taza de chocolate caliente y me comí el sándwich más delicioso que pueda recordar hoy día. ¡Dios mío, que momento!.
El tiempo pasó y por fin nos reunimos. Tras unos minutos más de descanso, nos preparábamos para la
parte más difícil del ascenso, que según muchos es a partir de la garita ubicada poco más arriba de las faldas del volcán. Ya nos habíamos puesto encima toda la ropa posible porque las condiciones eran más extremas. Tomé unas foto más, sin embargo, la neblina empañaba el lente.
Luego de esas fotos el camino se hizo más empinado, más frío, más enlodado, más oscuro y más lluvioso, incluso no está de más decir más peligroso, sobre todo cuando pasamos por la cortada que es un barranco con un paso muy estrecho y el que se cae, ya no la cuenta.

¡Llegamos!
Eran los 12:22 de la noche y aprovechaba para tomarme la fotografía oficial en el cráter (como si nada ya habían pasado 8 horas con 22 minutos desde que habíamos salido del pueblo). Buena parte del grupo todavía no había llegado (llegarían una hora y media después). Para tomar la foto me favorecía las decenas de linternas y fogatas encendidas en ese momento.
Olor a carne asada, chocolate, café, licor, leña, pólvora, cigarros y música ranchera eran parte del ambiente que acompañaba a más de 500 almas en el cráter. Quedé sorprendido, creo que la cosa estaba más alegre allí arriba que en la zona viva o en La Antigua. A todo eso se sumaba uno que otro espectáculo de fuegos artificiales, que me hacía preguntarme ¿quién puede ser ese loco que además del agua, la comida, la ropa, el sleeping y la carpa todavía venía cargando una caja de luces?.
Mientras tanto yo armaba la carpa, justo a la par de la capilla donde reposa un Cristo (interior del cráter), una vez hecho mi trabajo, tomé una sopa caliente, una taza de café y comí una dona (suficiente en realidad). No está demás decir que el agua estaba como recién sacada de la refrigeradora, incluso tenía escarcha.
El ambiente invitaba a no dormir y esperar el amanecer (el momento más apreciado por todos, sobre todo para los que nos gusta la fotografía), sin embargo el mal tiempo
ponía en peligro dicho anhelo.
En horas de la madrugada el frío se hizo más intenso, el viento movía la carpa de un lado para otro y los aguaceros no cesaban. Finalmente nos dieron las 6:30 de la mañana y hasta esa hora pudimos hacer el intento de ver la luz del día. !perdimos el amanecer lamentamos muchos!, pero al final de cuentas, era lo de menos.....¡hice nuevos amigos!.